La mejor hora para meditar es la mañana muy temprano antes de que tu mente comience a trabajar duro y el día comience a caminar. Quizá puedes tener un pequeño altar, una varita de incienso. Puedes hacer una reverencia ante el Buda y sentir que dedicarás el tiempo que permanezcas sentado al Buda, a Dios o aquello a lo que honras, aquello que te rodea, te sostiene y te trasciende a ti y a tus intereses. Después te sientas. Y después de sentarte, si es significativo para ti, puedes cantar un texto o leer un libro sobre el Dharma. No para conseguir información y aprender, sino como si fuera una verdad para tu inspiración y tu edificación interior. Simplemente escuchar las palabras y dejar que te penetren. Esto toma unos 10 o 15 minutos. Y si algo te llega, puedes recordar la frase, escribirla y ponerla en tu altar. Puedes permanecer con esa palabra o frase por algún tiempo dejando que ella impregne tu mente, tu cuerpo y tu corazón.
Con el tiempo esta práctica diaria de sentarse llegará a ser parte de tu vida. Les Kaye siempre dice, “Nadie piensa que sea un gran problema o una pesada carga cepillarse los dientes todos los días. La gente no se queja diciendo “soy muy infeliz, es muy pesado tener que cepillarme los dientes. La gente se cepilla los dientes sin pensar en ello”. El dice “Tu práctica meditativa debería ser como eso, simplemente como cepillarse los dientes”. Hazlo solamente. No pienses: ¡OH que grande soy, mírenme, estoy meditando! “Nadie dice “OH, véanme como me cepillo los dientes diariamente”. ¿Qué piensan ustedes de eso? Nadie dice eso, solamente se hace y ya, no es una gran cosa. En la misma forma has tu práctica meditativa.
Eso es lo primero que hay que hacer. Desarrollar una práctica como esta puede tomar tiempo: Puede que sea o no sea correcta para ti pero debes tratar de hacerla. Trata de hacerlo por un mes después otro. Al principio trata de hacerlo tres días a la semana por 20 minutos, durante uno o dos meses. Haz compromisos de corto plazo y observa como se siente. Poco a poco podrás ir apreciando tu práctica y como se siente al practicar. Poco a poco desarrollarás un compromiso total con ella.
Esto es lo primero en relación a la práctica. Hacer regularmente algún tipo de práctica contemplativa considero que es fundamental. Si no es así, si no hay una práctica diaria, regular, los beneficios de la meditación serán nulos o escasos. Por lo tanto eso es la primera actividad.
La segunda actividad es practicar con otros cuando podamos. Sentarse juntos, estudiar juntos, hablar unos con otros, apoyarnos unos a otros. Yo creo que es muy importante que nos reunamos porque cuando practicas solamente en forma individual y nunca te sientas con otros es muy fácil caer en una práctica centrada en uno mismo. “Me siento para ser una mejor persona, para ser mas hábil, mas espiritual, me siento para tener un día mejor, tener una vida mejor etc. etc.
Y es muy posible que consigamos estar más tranquilos, tener un día mejor, tener una mejor vida. Pero si solo se trata de eso no vamos a profundizar lo suficiente en nuestra práctica y sentirnos satisfechos. Nosotros debemos sentarnos con otros y por otros. De esta manera cuando nos reunimos y tenemos contacto unos con otros, cuando nos retiramos a nuestra casa y nos sentamos solos podemos sentir que no nos estamos sentando solos. Nadie se sienta solo. Nos estamos sentando con nuestros hermanos y hermanas del Dharma y con todos los seres sintientes. En ese momento somos realmente. Ese es el sentimiento que realmente tenemos cuando nos sentamos. Cuando tenemos esa experiencia de sentarnos juntos de sentarnos con otros y para otros, lo más frecuente que podamos dentro de nuestras condiciones de vida, nuestra práctica se magnifica, se expande y crece. Por lo tanto esta es la segunda actividad que hay que hacer, reunirnos con otros para practicar la meditación.
La tercera actividad de nuestra práctica es resultado directo de la anterior, esta concierne a nuestras relaciones espirituales, nuestras cálidas relaciones espirituales. Las relaciones espirituales son cruciales en nuestra práctica espiritual, es un elemento transformador en nuestras vidas. Cuando se desarrollan relaciones espirituales - y ellas no son lo mismo que las relaciones personales, las cuales están basadas en el agrado o desagrado que alguien nos produce - ellas son verdaderamente mágicas. La verdadera amistad es mágica. Permitirnos entrar en la vida de otros y permitir que otros entren en la nuestra es mágico. Eso es por lo que cuando alguien cercano a ustedes muere, sienten que también ustedes en alguna forma mueren, por que esa relación ha hecho que se expresara una parte de sus vidas que de otra manera no hubiera existido.
Por lo tanto nuestras relaciones son realmente importantes - las que tenemos con nuestros maestros espirituales - pero también las que tenemos entre nosotros. Ellas son personales, cálidas, humanas pero al mismo tiempo ellas no son exactamente personales. Ellas son también transpersonales, o impersonales o algo así, porque en las relaciones espirituales nos estamos comprometiendo a relacionarnos con otros en el nivel de “Ustedes son Buda. Y yo soy Buda”. Pero también no somos Buda. Somos una mezcla de confusión, ignorancia y neurosis. Somos todo eso. No es que estemos diciendo: Nosotros no somos eso, nosotros somos perfectos. Nosotros admitimos que somos todo eso, no estamos tratando de engañar a nadie. Si lo deseamos podemos enfatizar eso. Esa es la forma en que generalmente vivimos, enfatizando esa parte de nosotros, pensando que eso es todo lo que hay. La práctica de Zen en la Vida Diaria es reconocer que somos Buda y que también somos gente común y corriente en nuestra vida cotidiana, pero nuestro compromiso es relacionarnos unos con otros colocando delante de nosotros la huella o los pasos del Buda.
Cuando tú caminas pones un pie adelante y después el otro. Primero un pie y después el siguiente. Esa es la forma en que tú sigues caminando con dos pies, uno después del otro. En nuestras relaciones espirituales ponemos por delante los pasos de Buda y sabemos con certeza que ese paso esta allí, aun cuando sabemos que el otro paso también esta allí. Nosotros necesitamos los dos pies si hemos de ir a alguna parte. Esa es la diferencia entre nuestras relaciones espirituales y las otras relaciones. Al final todo, todas las relaciones son espirituales. Al fin nos relacionamos con todos en la misma forma, no hay diferencia entre la gente con quien practicamos y los otros. Pero inicialmente necesitamos establecer esta forma especial de relaciones, entrenarnos en ellas con el objeto de descubrir que todas nuestras relaciones son relaciones especiales.
Ya he hablado anteriormente acerca de la relaciones con el maestro, por lo tanto el día de hoy no voy a decir mucho acerca de ella, pero en cierta forma no es muy diferente de lo que ya he dicho. Cada relación es única. Cada relación de dos o en grupo es única. Nosotros somos diferentes en esta o aquella relación porque cada persona evoca algo diferente en nosotros. Por lo tanto cada relación entre maestro y alumno es diferente, dependiendo de las personas. A lo que estoy dedicando mi vida , como un maestro espiritual, es a explorar la posibilidad de que podamos tener relaciones espirituales significativas por un tiempo largo, durante el cual los maestros con autoridad espiritual sean seres humanos comunes y corrientes no personas alejadas que viven en las alturas y quienes en virtud esta situación tenderán a derrumbarse. Individuos que puedan relacionarse de persona a persona, de adulto a adulto. Yo creo que esto constituye un verdadero problema. Es difícil no caer en los extremos ya que con frecuencia o el maestro es considerado un sabio capaz de leer mi mente o, por el contrario, nadie puede ser mi maestro por que nadie puede decirme que hacer o como ver las cosas mejor que yo. Es muy difícil evitar estos extremos. A través de nuestra confianza le otorgamos poder a los maestros espirituales de tal manera que nos comprometemos en una relación que en última instancia nos autoriza o legítima. Por lo tanto yo considero que la relación espiritual es la tercera actividad realmente importante.
Ahora veamos cual es la última actividad en la práctica del Zen en la vida Diaria, la cual probablemente es la más importante. Esta es la práctica diaria, la práctica de estar atentos momento a momento, de estar presentes en nuestra actividad ordinaria todo el tiempo. La verdad esta siempre presente, siempre allí. No es algo que esta presente solo en el cojín de meditar. No es algo que existe solo durante un retiro o cuando vemos a nuestros maestros o compañeros estudiantes. Es realmente un asunto de cada día. Como ya lo dije al principio en nuestra práctica del Zen de cada día no hay templo. No hay un lugar que sea depósito de la verdad. El lugar, el templo, es nuestro cuerpo, nuestro lenguaje y nuestra mente. Ese es el lugar a donde tú debes ir a practicar. Es una pena que casi hayamos llegado al final de esta plática, por que hay cientos de pláticas acerca de cómo practicar en la vida diaria con el cuerpo, el leguaje y la mente. Pero no tenemos tiempo para hablar acerca de todo esto.
Hablaré brevemente sobre la práctica del cuerpo. En el Sutra de la Atención Plena se dice: “Conciencia del cuerpo en el cuerpo”, estar en el cuerpo, ser el cuerpo, ser consciente dentro del cuerpo, cuidar del cuerpo, cómo actuamos con nuestro cuerpo. Nosotros realmente necesitamos poner atención a nuestro cuerpo y amarlo. No como mi yo, sino como una maravillosa apariencia de Buda o de Dios. La Biblia dice que estamos hechos a imagen y semejanza de Dios. Esto es profundo y debemos sentirlo en el corazón. El cuerpo es el modelo de Dios. La práctica de la atención plena, la práctica de la respiración, de caminar, estar de pie o acostado, de dar amor benevolente y podemos decir muchas, muchas otras formas de hacerlo. Eso es la primera cosa. Eso a lo largo de todo el día.
Ahora hablaremos del lenguaje y la enorme importancia de esta práctica. De nuevo, la Biblia nos dice que el mundo fue creado con la palabra de Dios. De Jesús se dice que es “El Verbo”. Nuestras palabras son poderosas y misteriosas; nosotros creamos palabras cada vez que hablamos. ¿Cómo nos hablamos a nosotros mismos, cómo hablamos a los otros? No mintiendo, hablando con amabilidad, con cuidado, no hablando con frivolidad, hablando correctamente. En la esfera de lo humano, la práctica del lenguaje es un gran reto en la medida que tenemos conflictos, dificultades y emociones; una práctica verdaderamente difícil en el mundo real. Eso es algo muy bueno cuando nos reunimos para meditar. No tenemos muchos problemas, principalmente porque no hablamos y cuando hablamos no tenemos asuntos que resolver, todo esta bien. Es fácil hablar con amabilidad. Pero en muchas situaciones esto no es fácil. Esa es la práctica del hablar.
La mente. La cual no se refiere solamente al intelecto sino también incluye las emociones. Recientemente alguien me dijo que los científicos habían descubierto (los científicos constantemente están descubriendo cosas que la gente ya sabía por siglos) que el corazón tiene tanta actividad neuronal como el cerebro. En otras palabras. El corazón piensa tanto como la cabeza. Nosotros realmente necesitamos pensar clara y rectamente, con el corazón y la cabeza, para poder reconocer nuestras ilusiones y nuestra confusión, nuestras alegrías y nuestras esperanzas por lo que ellas realmente son. Yo creo que esto es en realidad lo más importante de todo en nuestra práctica espiritual: ser consciente de tu estado mental y de tu situación. Verlo claramente, ser paciente y comprender la diferencia entre las condiciones que dan origen a la tranquilidad y la felicidad, y las condiciones que dan origen al sufrimiento. Si practicamos con conciencia clara de todo esto, eventualmente emergerá la magia de la atención plena y clarificaremos nuestras vidas o nuestras vidas se clarificarán en forma natural en el curso de nuestra práctica.
Aquí es donde el estudio nos ayuda. El estudiar los textos y las escrituras nos ayuda a clarificar nuestros pensamientos y sentimientos. Nosotros estudiamos por esto y no por ser eruditos. Nosotros sabemos que lo que realmente importa es como pensamos y como sentimos. Generalmente recibimos mucha información del mundo que nos rodea y es por eso que estudiar a nuestro paso y a nuestra manera nos ayuda a contrarrestar la confusión del mundo; nos ofrece una información desde una fuente mucho mas profunda y sabia. No importa cuanto estudiemos o cuanto aprendamos. Algunas personas leen cientos de libros y otras casi no leen. Issan Dorsey, un antiguo camarada mío, acostumbraba jactarse que el único libro que el había leído era Mente Zen, Mente de Principiante y que incluso éste se le había dificultado. Pero que eso era todo lo que necesitaba. Yo creo que aun permanezco como en mis viejos tiempos, suficientemente idealista, pues creo que podemos practicar todas estas cosas de las que he estado hablando y, que si las hacemos, eso significará una diferencia para nosotros. Y no solo para nosotros sino para el mundo. Después de todo Zen es práctica de Bodhisattva. Si la gente necesita comer el Bodhisattva aparece como alimento. Si la gente necesita un mantel el Bodhisattva aparece como un mantel. Si necesitan un bote de basura el Bodhisattva aparece como un bote de basura. Si la gente necesita un abogado, el Bodhisattva aparece en el banquillo del abogado. Si ellos necesitan un doctor, el Bodhisattva tiene un estetoscopio. Si ellos necesitan un técnico en computación, el Bodhisattva aparece como material para computadora.
Esto quiere decir que debe haber Bodhisattvas en todas partes practicando para beneficiar a otros. Seria muy malo que todos aquellos que tienen inclinaciones espirituales se retiraran del mundo y se fueran a los monasterios. Esto sería realmente desafortunado y el mundo iría a la ruina.
No me interpreten mal, pues creo que los monasterios son realmente buenos. No es que los monasterios y templos no sean buenos. Yo siento que ellos son necesarios. Todos nosotros, si tenemos la oportunidad, deberíamos pasar algún tiempo en un monasterio. Bob Thurman tiene una tesis que yo considero es correcta, de que los monasterios son la alternativa social a los ejércitos y los gobiernos: los ejércitos y los gobiernos son para la protección y la agresión y los monasterios son para enseñar amor y paz. Por lo tanto, todos necesitamos templos y monasterios. No es que ellos no sean importantes. Pero la práctica fuera del monasterio también es importante y buena. La mente humana y en especial la occidental es muy graciosa, pues siempre dice: “si esto es bueno, entonces todo lo demás no debe ser tan bueno. Si esto es bueno, debe ser la forma correcta y todo lo demás debe ser erróneo.” Pero las cosas no son así. Esto es bueno y eso también lo es, Esto es importante y eso también es realmente importante. Pero es obvio que no podemos hacer todo, cada uno tiene que hacer lo que le es dado hacer sin decir: “OH Dios mío, pobre de mi, no puedo hacer esto, yo solo puedo hacer aquello”.
¿De todos modos en qué consiste eso de morir y nacer? Todo ocurre con tal velocidad que después de todo resulta difícil decir la diferencia entre nacer y morir pues tal parece que ambos fenómenos son muy parecidos. ¿Pero cual es el propósito? Parece muy bonito y en realidad lo es, hacer esto y aquello, tener un hogar y una familia, etc., etc., pero nada de esto es suficiente para nosotros. Después de todo somos seres humanos, salvajes y locos -cultivadores de la tierra y contempladores de estrellas- y nunca estaremos satisfechos de no hacer el esfuerzo de conocer y vivir la verdad. Por eso, es un gran experimento para nosotros, la práctica del Zen de cada día. Toda nuestra vida será insuficiente para agotarlo, nunca seremos capaces de comprenderlo. Y eso esta bien. No nos aburriremos. Y cuando nuestra vida llegue a su fin sabremos que la hemos utilizado bien.
Esta platica fue transcrita por Judy Gilbert, editada por Norman Fischer y revisada por Tim Bumett.
Traducción de Alejandro Córdova Córdova.
Publicación autorizada por el autor.