Se enseñan tres técnicas principalmente. Todas ellas emplean la respiración como objeto central.
A la clínica llegan personas con padecimientos graves, personas de edad avanzada o que van en sillas de ruedas, por lo que no se les pide que se sienten con las piernas cruzadas. Se acuestan en el piso sobre mantas o esteras. Se les pide que dirijan su atención al movimiento del vientre al respirar y después cuando están más tranquilos se comienza con un ejercicio que consiste en recorrer con atención todo su cuerpo. Se comienza por el pie izquierdo y se recorre todo el cuerpo en superficie y en profundidad. El ejercicio dura 45 minutos y en cada momento el paciente observa y deja ir, se trata de ver, sentir y abandonar una y otra vez. Esto se hace seis días a la semana durante dos semanas, cuarenta y cinco minutos cada día.
Todas las personas que asisten al curso padecen serios problemas médicos y presentan fuertes emociones respecto a las partes de su cuerpo que están enfermas. A medida que practican la exploración del cuerpo aprenden a aceptar la experiencia desnuda de cada parte incluyendo el área en donde se encuentra el problema. Aprenden a aceptarla en ese momento y abordarla cuando pasan a otra zona del cuerpo.
Después de la exploración del cuerpo la siguiente técnica que se introduce es la meditación sentada.
El tomar conciencia de la respiración es un acontecimiento muy importante para las personas. Descubren que no es muy fácil. Se dan cuenta de que la mente tiene vida propia que no se puede mantenerla centrada en la respiración sólo porque así lo desee. Una vez que empieza a sentirse cómoda observando la respiración momento a momento y sin emitir juicios se les pide que empiecen a expandir su campo de conciencia para incluir todo el cuerpo, pero esta vez no en partes sino sintiéndolo como una totalidad, sentir que está completo en sí mismo de que en ese momento no necesita añadirle nada, aceptarlo tal cual es.
Después de lo anterior se hace un paréntesis y se exponen algunas reflexione generales sobre las nociones de salud y enfermedad que predominan en occidente y que determinan muchas de las formas en que el paciente vive y se relaciona con su enfermedad. La conclusión de estas reflexiones es que para curarse no basta con ir a un sitio y reparar y remplazar las partes dañadas. Un ejemplo de esto son las enfermedades del corazón y la cirugía de bypass. En la actualidad ya existe evidencia de que la combinación de la meditación, el yoga, el ejercicio y la dieta vegetariana curan incluso enfermedades cardiacas graves. La capacidad de la mente para cambiar el estilo de vida es muy poderosa.
Después de enseñar la exploración del cuerpo e introducir la meditación sentada pedimos a los pacientes que amplíen el campo de su percepción y se concentren en otro objeto que no sea el cuerpo, por ejemplo los sonidos, los estados de ánimo o el flujo de los pensamientos.
Al terminar la meditación sentada se les enseña lo que se llama conciencia sin elección. Esto es una meditación sin objeto, sólo conciencia pura.
Este tipo de meditación es muy difícil y sólo se la puede practicar brevemente y tiene como objetivo el que se den cuenta de que es posible pasar de objetos muy específicos a campos más amplios. Esto les permite ver con claridad o discernir entre los pensamientos y las sensaciones y sentir que no es lo mismo.
También se hace ejercicios de hata yoga con atención plena cuyo fin reforzar, equilibrar y desarrollar flexibilidad y armonía en todo el cuerpo.